La sala de las Ilusiones Opticas

Publié le par Céline et Pauline

( La sala de las Ilusiones Ópticas

 

Composición surrealista con personajes invisibles (1936)

 

 

Un cuadro siempre tiene una lectura. Independientemente de nuestras facultades de percepción, si la obra es representativa con imágenes reconocibles siempre tiene una posibilidad de interpretación o lectura. En su Museo, Dalí siempre provocaba la presencia de sus cuadros en desorden cronológico, escapando de los rigores y métodos museísticos que facilitaran la interpretación (uno de los principios de los surrealistas, recordémoslo, era oscurecer aquello que pudiera ser entendido demasiado claramente).

 

Vamos a hacer la explicación de esta obra densamente cargada de significantes y, además, para acabarlo de complicar, realizada en dos fases y con una distancia temporal de unos diez años. El titulo es Composición surrealista con figuras invisibles (en algunas ocasiones también la encontrarán catalogada con una pequeña variación en el título: Composición surrealista con personajes invisibles).

 

Esta obra se presentó en el Teatro-Museo Dalí el 26 de junio de 1998.

 

La obra se comienza en el año 1926, y nos pinta una visión del espectáculo paisajístico que Dalí tenía delante de su casa, en el Llaner de Cadaqués.

 

Contemplando el mar, la bahía, con la costa de levante, que hace de horizonte y corta el cuadro en dos mitades. Y la distancia de la costa se ve perfectamente razonada por la ilusión de perspectiva que componen las pequeñas olas del mar, más grandes las cercanas y disminuyendo la dimensión las lejanas.

 

Este recurso de perspectiva o de ilusión de profundidad es muy daliniano: creer una impresión de profundidad sin recurrir nunca a los efectos de luz y sombra, centrándolo todo en el alejamiento marcado por la delimitación de las formas.

 

En primer término había pintado, en 1926, una escena convencional de una bañista con gorra y ropas propias de aquella época que se bañaba entre rocas y charcas de agua situadas delante mismo de la casa paterna del Llaner.

 

Todo este primer término es el que desaparece en la intervención y reanudación del cuadro diez años más tarde, en 1936.

 

En el surrealismo daliniano: todas las imágenes tienen función simbólica o automática según los principios freudianos. En su libro 50 secretos mágicos para pintar, Dalí escribió: "El arte del pintor es absolutamente lo contrario del arte decorativo; es un arte cognoscitivo".

 

Dalí cubre la mitad inferior del cuadro de una franja blanquecina a manera de escenario, quizá blanqueado. En este escenario sitúa su ausencia, su ego, en un pedestal de ónice y corazón de rubí. Lo psíquico, sexual y perceptivo aparece en esta fantástica escenográfica.

 

Se puede ver en el centro del cuadro: la cama y el sofá con el cuerpo ausente o invisible y el íntimo recuerdo de las hormigas, o el hormigueo en el lugar correspondiente al sexo, como era preceptivo de Dalí en su época surrealista, cuando explica sus sensaciones sin ninguna clase de pudor y con toda naturalidad.

 

Las hormigas también simbolizaban en ocasiones remordimientos, una sensación de ocultación.

Dalí, como gran creador, tenía una enorme dosis de egocentrismo (el pedestal); por tanto, él es el gran ausente de esta cama y de este sofá.

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